El live-action que Toriyama no vio venir: Una fantasía de bajo presupuesto. En una época donde el éxito de ‘One Piece’ en Netflix nos hace soñar con adaptaciones perfectas, es sano recordar que el camino del live-action ha sido largo y lleno de tropiezos. Y en el corazón de esos tropezones, brilla con luz propia ‘Dragon Ball Zero’, una película surcoreana estrenada en 1990. Olvídate de los efectos visuales de alta gama; aquí la magia se hacía con ingenio, bajo presupuesto y un poco de fe.
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La película es una adaptación no oficial que intenta ser fiel a la trama del manga original, a diferencia de su contraparte de Hollywood. La historia sigue a Goku y Bulma en su búsqueda por las esferas del dragón, con peleas, villanos y un humor que solo una producción de bajo presupuesto puede ofrecer. Es una “cutrada de serie Z”, sí, pero que de alguna manera funciona como una “tremenda fantasía” para los que aprecian el cine con el alma.

Un Goku que habla coreano y un casting de culto
Y aquí viene el plot twist que nadie vio venir. En el rol de Goku, el niño mono con una cola, tenemos a un actor que con el tiempo se convertiría en un rostro familiar para millones de espectadores de Netflix. Se trata de Heo Sung-tae, el actor que interpretó al inolvidable y villano Jang Deok-soo en la serie fenómeno ‘El juego del calamar’.
Imaginar al despiadado y tramposo jugador 101 de la serie de Netflix interpretando al inocente y poderoso Saiyajin es una paradoja que solo el multiverso de la actuación puede ofrecer. La conexión es tan improbable que la convierte en una pieza de coleccionista para los fans de ambos mundos, el del anime y el de los K-dramas. Es un casting que, 35 años después, se siente como una profecía.

¿Por qué es una “cutrada hipnotizante”?: Un clásico de culto
Entonces, ¿qué hace a ‘Dragon Ball Zero’ tan especial, más allá de su conexión con una serie de Netflix? La respuesta está en su encanto. Los efectos especiales cómicos, los trajes que parecen hechos a mano y la forma en que el director se las ingenió para adaptar la acción del anime a un formato low-cost son un espectáculo. A pesar de todas sus limitaciones, la película tiene un espíritu de aventura y un corazón que, para muchos fans, la hace más disfrutable que otras adaptaciones que tenían más presupuesto pero menos alma.
Es el tipo de cine que amas por sus imperfecciones. Los errores se convierten en bromas, las escenas de lucha en coreografías hipnotizantes, y el resultado es una película que, aunque no sea una obra maestra, es una joya de la cultura geek que todo fan debe ver al menos una vez en la vida.
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La magia del cine low-cost y el poder del fandom
La historia de ‘Dragon Ball Zero’ es un recordatorio de que la pasión por una historia no necesita de un presupuesto de millones para manifestarse. Demuestra cómo el fandom puede trascender fronteras y crear sus propias versiones de los universos que aman. Es una lección de creatividad, ingenio y, sobre todo, de amor al arte.

Y que uno de sus protagonistas haya saltado al estrellato mundial décadas después en un fenómeno global es el toque de destino perfecto. Así que, mientras esperas la próxima adaptación oficial, tómate un momento para viajar al pasado y ver este clásico de culto. Te prometo que, aunque sea una “cutrada”, te quedarás hipnotizado. Y quién sabe, quizás en tu próxima maratón de ‘El juego del calamar’, ya no verás a Jang Deok-soo de la misma manera.