El universo siempre nos regala espectáculos que desafían nuestra comprensión del tiempo y el espacio. Desde la majestuosidad de las nebulosas hasta el ballet gravitacional de las galaxias, la astronomía nos conecta con algo mucho más grande que nosotros. Y dentro de ese repertorio cósmico, los eclipses solares son, sin duda, los conciertos de rock estelares.
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Pero la noticia que hoy nos convoca no es sobre un eclipse a la vuelta de la esquina. La NASA, esa agencia que nos tiene acostumbrados a sorprendernos con misiones a Marte y telescopios que ven el pasado del universo, ya tiene la vista puesta en el 2186. ¿Por qué tanto revuelo por un evento que ocurrirá en 161 años? La respuesta es simple: estamos hablando de un eclipse solar total que se perfila para ser uno de los más largos en la historia registrada.

Un “megalito cósmico” que durará tanto tiempo que podrías prepararte un café, tomarlo y aún seguirías bajo la sombra de la Luna. Y, como ya te adelantaba, mientras en algunos puntos de Sudamérica el show será total, en Chile nos tocará mirar al cielo y suspirar. Prepárense para una dosis de envidia cósmica y la fascinación por un evento que, aunque lejano, ya nos tiene con los ojos puestos en el calendario futurista.
El eclipse del siglo XXII: ¿por qué será tan largo y especial?
Este eclipse solar total de 2186 no es uno cualquiera. La NASA ha calculado que la fase de totalidad, es decir, el tiempo en que la Luna cubrirá completamente el Sol, durará la friolera de 7 minutos y 29 segundos. Para ponerlo en perspectiva, el famoso eclipse de 2017 en Estados Unidos duró poco más de 2 minutos, y los que hemos visto en Chile en 2019 y 2020 estuvieron en rangos similares. Siete minutos y medio de oscuridad diurna es una eternidad en términos de eclipses, acercándose al límite teórico máximo de este tipo de eventos, que es de unos 7 minutos y medio.

La duración de un eclipse solar total depende de varios factores astronómicos precisos: la distancia de la Luna a la Tierra (cuando está más cerca, su tamaño aparente es mayor y cubre mejor el Sol), la distancia de la Tierra al Sol, y la trayectoria de la sombra de la Luna sobre la superficie terrestre. En 2186, se alinearán todos estos factores de manera casi perfecta para maximizar el tiempo que la sombra lunar recorrerá la Tierra.
Esto lo convierte no solo en un espectáculo visual incomparable, sino también en un objeto de estudio fascinante para los astrónomos del futuro. Imagínense las expediciones científicas que se montarán para capturar cada segundo de este fenómeno. Será el Everest de los eclipses.
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La ruta de la sombra: Colombia, Venezuela y otros afortunados
Mientras la envidia nos corroe desde Chile, es justo reconocer que la naturaleza tiene sus preferencias, y en el 2186, la sombra de la Luna le hará un guiño especial a varias naciones. La trayectoria del eclipse solar total de 2186 cruzará, en su fase total, varias regiones del norte de Sudamérica. Países como Colombia y Venezuela serán los grandes afortunados, teniendo la oportunidad de observar este fenómeno en su máxima expresión. También tocará la costa norte de Brasil, las Antillas Menores y algunas zonas de Centroamérica y el Caribe.
Para los habitantes de Bogotá o Caracas, la experiencia será épica: el cielo se oscurecerá, las estrellas aparecerán en pleno día, la temperatura descenderá, y los animales se comportarán de forma extraña, pensando que la noche ha llegado. Será un evento que marcará a las generaciones que tengan la suerte de presenciarlo. Mientras tanto, en el Cono Sur, incluido Chile, la alineación simplemente no será favorable. Es como cuando tus amigos se van de viaje a un paraíso tropical y a ti te toca quedarte en casa trabajando; doloroso, pero inevitable. La geografía cósmica a veces nos juega estas pasadas.
La ciencia detrás del show: por qué la NASA ya está mirando tan lejos
Podría parecer una excentricidad que la NASA esté tan interesada en un evento a más de 160 años vista, pero tiene una lógica científica implacable. Primero, la astronomía es una ciencia que mira a largo plazo. Los cálculos de las órbitas de los cuerpos celestes son extremadamente precisos y permiten predecir eventos con siglos de antelación. Este tipo de predicciones no solo son un ejercicio de exactitud matemática, sino que son fundamentales para planificar futuras misiones, calibrar instrumentos y, sí, para avisarnos de megashows astronómicos.

Segundo, los eclipses solares totales son oportunidades únicas para estudiar la corona solar, la parte más externa y misteriosa de la atmósfera del Sol. Normalmente, el brillo cegador del Sol impide verla directamente. Pero durante un eclipse total, cuando la Luna bloquea el disco solar, la corona se hace visible en todo su esplendor.
Los científicos utilizan estos momentos para investigar la temperatura, la composición y el comportamiento de la corona, lo que nos ayuda a entender fenómenos como las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal, que pueden afectar a las comunicaciones y las redes eléctricas en la Tierra. Planificar con tanta antelación permite a las futuras generaciones de científicos diseñar misiones específicas o instalar telescopios en los lugares precisos para maximizar la recolección de datos. Es como la planificación de un festival de música gigante, pero con el Sol y la Luna como artistas principales.