El avance de la inteligencia artificial nos promete autos que se conducen solos, diagnósticos médicos más precisos y cultivos agrícolas más eficientes. Pero en paralelo, también nos está llevando a un escenario donde las máquinas pueden observarnos con detalle quirúrgico, identificar nuestras caras entre multitudes y deducir lo que podríamos estar pensando.
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Una revisión reciente lo confirma: gran parte de la investigación en visión artificial no está mirando al cielo… sino directamente a las personas.
¿Qué descubrieron los científicos?
Un metaanálisis publicado en Nature revisó nada menos que 19,000 artículos científicos y 23,000 patentes relacionadas con visión artificial.
El objetivo era detectar hacia dónde está yendo esta tecnología. La conclusión: muchas de estas investigaciones no están enfocadas en mejorar la vida cotidiana, sino en vigilarla. Y no se trata solo de unas cuantas patentes escondidas.
Los investigadores hallaron una tendencia generalizada: muchas de estas tecnologías están pensadas para reconocimiento facial, análisis de comportamiento, rastreo corporal y predicción de acciones. Como si los algoritmos estuvieran entrenándose para ser los nuevos guardias de seguridad del mundo digital.
¿Cómo se disfraza la vigilancia?
Algo curioso (y bastante inquietante) es que muchos de estos desarrollos usan un lenguaje deliberadamente neutro. En lugar de hablar de “personas” o “rostros”, emplean términos como “objetos”, “anatomía” o incluso “extremidades”.
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Este truco semántico, según los investigadores, permite que las tecnologías de vigilancia se infiltren en contextos aparentemente inofensivos. Sin embargo, el análisis mostró que el 90% de los artículos y el 86% de las patentes revisadas incluían datos sobre cuerpos humanos o sus entornos.
¿Por qué debería importarnos?
Porque los espacios más estudiados no son campos de cultivo o fábricas, sino casas, oficinas y calles. Y porque las actividades que se analizan no son emergencias ni situaciones extremas, sino las más comunes: caminar, comprar, reunirse.
La vigilancia ya no es una cámara en la esquina de una plaza. Como explica el estudio y retomando el concepto de la investigadora Simone Browne, el nuevo espacio de observación es el cuerpo humano, monitoreado de manera silenciosa, constante e invisible.
¿Quién lidera esta carrera de observación?
En la lista de países con más patentes y desarrollos en esta área están nombres esperados: Estados Unidos, China, Reino Unido, Japón e Israel, entre otros. Y entre las tecnologías dominantes aparecen cosas como reconocimiento facial, segmentación de imagen, reconstrucción 3D y redes neuronales.
En teoría, muchas de estas herramientas también podrían aplicarse a sectores menos sensibles como la salud o la astronomía. Pero el foco actual parece estar más interesado en saber si caminás rápido, qué expresión tenés cuando ves una vidriera o si estás en una zona “sospechosa”.
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Así que la próxima vez que una cámara inteligente te siga con la mirada o una app te sugiera algo que pensaste pero no dijiste… no es magia. Es visión artificial. Y parece que está entrenándose, no solo para entendernos, sino también para vigilarnos.